Si quisiéramos sintetizar la trama de The Scarecrow, bien podríamos decir lo siguiente: Los jornaleros Keaton y Roberts comparten una casita de campo llena de aparatos mecánicos que les hace la vida más fácil. Ambos rivalizan por el amor de la hija del granjero. Keaton, disfrazado de espantapájaros, causará todo tipo de problemas a su rival y al del granjero. Sí, podríamos decir eso, pero nos quedaríamos cortos. Porque este corto de apenas veinte minutos de duración, transcurre vertiginoso ante los ojos divertidos del espectador, al cual Keaton y compañía no le dan un minuto de tregua. Toda la película es una secuencia de escenas hilarantes de todo tipo: peleas, persecuciones, confusiones, caídas, golpes, besos… El imperturbable e hilarante personaje creado por Keaton (acaso uno de los pocos que le compiten de tú a tú al Charlot de Chaplin) encuentra en este ágil y fresco corto, su espacio ideal para desplegar lo mejor de su humor visual y su virtuosismo a la hora de crear impecables secuencias como el desayuno en la mesa convertible en la que los amigos, ayudados por un ingenioso juego de poleas, desayunan. Una secuencia que no tiene desperdicio, como en general todo el corto que, de principio a fin, hará las delicias del espectador.